Huancabamba
Tierra, tierra mía,
tierra de todos. Tus entrañas
gozan, estremecen:
celebras un año más
de esperanzas paradógicas.
Tu pétrea piel dolorosa se agrieta
desesperanzas sudas, y
en tus lágrimas gritas
¡Nada, nada han hecho!
El hambre, la miseria siembran valles,
florecen allí en las punas, y
en las casas siempre entran.
Tu cenizo guardián
ufano, enhiesto, te mira gozoso
y la tristeza lo va acabando.
El otro rojo de ira, impaciente, veleidoso
acompaña mis entrañas y
su canto vota al viento palabras sordas:
¡Basta ya, oídme! y no lo escucho.
¿Por qué tantas galas de pavimentos inútiles
en vez que el trigo adorne la mesa y
el trabajo sonría en los rotos bolsillos?
¡Oídme, oídme, sólo eso les pido!
No escucho, no escuchas ...
¿Será siempre así?
Tierra, tierra mía,
tierra de todos. Tus entrañas
gozan, estremecen:
celebras un año más
de esperanzas paradógicas.
Tu pétrea piel dolorosa se agrieta
desesperanzas sudas, y
en tus lágrimas gritas
¡Nada, nada han hecho!
El hambre, la miseria siembran valles,
florecen allí en las punas, y
en las casas siempre entran.
Tu cenizo guardián
ufano, enhiesto, te mira gozoso
y la tristeza lo va acabando.
El otro rojo de ira, impaciente, veleidoso
acompaña mis entrañas y
su canto vota al viento palabras sordas:
¡Basta ya, oídme! y no lo escucho.
¿Por qué tantas galas de pavimentos inútiles
en vez que el trigo adorne la mesa y
el trabajo sonría en los rotos bolsillos?
¡Oídme, oídme, sólo eso les pido!
No escucho, no escuchas ...
¿Será siempre así?
CARHUARE 13/02/06
Las Huaringas
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