La palabra tiñóse
de olor
a eucaliptos eternos.
Su timbre tañó el dolor de agrestes recuerdos. y
sus cuerdas vocales vomitaron
la angustia de los hermanos quedados.
Las carnes secas buscaron manantiales,
la voz perdida encontró las cumbres, y
las manos abúlicas
ausentes de callos
cerraron su puños tremolantes, proféticos.
Resucitaron las chozas,
de tejados verdes,
horadaron intimidades de tu tierra,
removieron montañas, y
el grito se vistió de luto de esperanzas yertas.
Lo pidió todo sin vislumbrar nada, y
otra vez
palas verdes por allí perdidas
ecos vivientes
otra vez tiñeron tu palabra, y
el verde brotó,
y otra vez
el olor a eucaliptos eternos.
de olor
a eucaliptos eternos.
Su timbre tañó el dolor de agrestes recuerdos. y
sus cuerdas vocales vomitaron
la angustia de los hermanos quedados.
Las carnes secas buscaron manantiales,
la voz perdida encontró las cumbres, y
las manos abúlicas
ausentes de callos
cerraron su puños tremolantes, proféticos.
Resucitaron las chozas,
de tejados verdes,
horadaron intimidades de tu tierra,
removieron montañas, y
el grito se vistió de luto de esperanzas yertas.
Lo pidió todo sin vislumbrar nada, y
otra vez
palas verdes por allí perdidas
ecos vivientes
otra vez tiñeron tu palabra, y
el verde brotó,
y otra vez
el olor a eucaliptos eternos.
CARHUARE 14/02/06
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